lunes, 13 de diciembre de 2010

Ser Juzgados

Desde que entré a la carrera he asistido a 4 congresos de Moda, en los cuales siempre hay concursos o simplemente desfiles. Todos sabemos, o deberíamos saber, que cada vez que mostramos algo va a haber gente que le guste y que no le guste, gente que lo amé y gente que lo odie, gente que hablé maravillas de ello, gente que no comente y gente que hable pestes. Todos hemos opinado y a muchos nos ha tocado que opinen sobre nosotros.
En estos 4 congresos yo fui de las del primer grupo. Claro, yo no mostraba nada, de qué tendría que preocuparme. Qué si este estaba feo, aquel era hermoso, qué pensaban los jueces cuando lo escogieron, cómo lo dejaron entrar al concurso, que acertada decisión, es un asco, es lo mejor que he visto en mi vida, me guardaré mi malsano comentario, es perfecto, y muchas otras más frases para expresar nuestro apoyo o descontento al resultado final.
Hasta el 8 de Diciembre yo no tenía idea de qué había más allá, pero claro, si uno no lo vive no sé da cuenta y ahora que me tocó a mí, lo entiendo, si no del todo, por lo menos mejor.
Ese día muchos de mis compañeros nos felicitaron por nuestro vestido, nos dijeron que les alegraba de verdad, nos dijeron que les encanto y hubo otros que ni siquiera se molestaron en decir nada (otros tantos entre ambos casos). En fin, que uno sabe que es un concurso y no todos se alegran porque ganes, porque claro, todos quieren ganar y desean el lugar donde tú te encuentras. Ese día saliendo se hablaba mucho de los vestidos y al día siguiente en la posada que organizamos, siguió el tema. Fue entonces cuando “su vestido esta hermoso, me alegro de que hayan ganado” desapareció y empezaron a salir los comentarios de lo que de verdad sentían. Que no sabían porqué escogieron así, que si había vestidos mejores, que a ellos les gustaban otros, etc. Comentarios no tan fuertes pero definitivamente diferentes a los del día anterior.
Y fue entonces cuando recordé todas esas veces que yo critiqué. Ciertamente, mantengo mi postura acerca de los vestidos que me gustaron y los que me disgustaron, sin embargo, es nuestra opinión y así como yo no lo vi, mis compañeros no lo ven; pero cuando estás sobre la pasarela con tu vestido y escuchas a los demás hacer los comentarios que tú hiciste entiendes que, si bien tú tienes muy clara la manera de ver las cosas y de lo que piensas nadie te va a sacar, el juez puede tener otra y aunque no te parezca escogió sus tantos ganadores y tiene sus razones, entendió la visión, el propósito, la razón, la justificación de tal diseñador y si él tenía el poder en sus manos de tomar esa decisión no hay más que podamos hacer, que tomar lo mejor como enseñanza, porque un día nos encontraremos ahí y aunque los demás no comprendan nos sentiremos felices de que el juez si lo hizo y nos dio la oportunidad de que el mundo volteara sus cámaras, aunque fuera unos minutos, hacia nosotros y lo que tenemos que decir transformado en una prenda.
Mi punto es que, como dicen: “como te ves, me vi y como me veo te verás”, seamos pacientes y comprensivos, responsables y maduros, porque hoy nos toca criticar pero mañana nos tocará ser criticados y que mejor que, por lo menos, seamos respetuosos de las ideas de los demás como queremos que sean con las nuestras.

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